jueves, 10 de septiembre de 2015

Alitas de pollo a la andaluza

Que levante la mano quien no le guste el pollo!! Y es que si no es la pechuga porque no lleva grasa, es el muslo porque es más jugoso. Y las alitas? Para mí la mejor parte. Fritas, a la plancha, en barbacoa, guisadas....



Además de una carne sana y baja en grasas es económica y por esos motivos y muchos más, el pollo está presente en el día a día de nuestros hogares.

Catina, la anfitriona de este mes para el reto de La Cocina Typica Spanish nos ha propuesto elaborar una receta con este ingrediente. La verdad es que parece sencillo pero.... con tanta forma de poder prepararlo.... es difícil decidirse por una... #laquehasliaopollito !!


Estas alitas están preparadas de la misma forma que mi madre nos preparaba la carne (pollo o cerdo) cuando mis hermanos y yo eramos pequeños y nos encantaba. La única diferencia es que ella lo hacía sin macerar que es como yo la he preparado.


Para dos raciones necesitamos:




6 alitas de pollo
3 dientes de ajo
Un vasito (125 ml) de vino blanco
Un ramillete de perejil
Un limón
Aceite de oliva
Sal
Pimienta


Y así las preparamos...



Ponemos las alitas salpimentadas  en un recipiente y le añadimos los dientes de ajo sin pelar, cortados por la mitad y un poco aplastados, el vino, el zumo del limón y perejil picado fino. Mezclamos para que se impregnen bien las alitas y las dejamos macerar un par de horas en la nevera.

Escurrimos las alitas reservando el líquido de la maceración y las disponemos en una sartén con unas 4 cucharadas de aceite y doramos bien por ambos lados.



Cuando estén doradas les añadimos el líquido reservado y cocinamos tapadas durante unos 10 minutos a fuego medio.

Pasado este tiempo destapamos, subimos el fuego y dejamos que se reduzca un poco la salsa.



Por último espolvorear con un poco más de perejil picado cuando las vayamos a servir.


domingo, 6 de septiembre de 2015

Tortas fritas de anís

Ya está aquí septiembre, y con él volvemos a la rutina. Hace más de un mes que no actualizo el blog y es que entre el calor y el ajetreo del verano no he encontraba el momento...




La receta que os traigo hoy es muy especial para mí, estas tortas me las enseñó a hacer mi madre que para mí es la mejor cocinera del mundo mundial y según ella la peor repostera, aunque estas tortas demuestran todo lo contrario...
Con sólo siete ingredientes y con muy poco amasado tendremos unas deliciosas tortas con un rico sabor a anís.



Quedan crujientes y hojaldradas, vamos, una delicia...!

Para que la masa salga perfecta es imprescindible medir los líquidos con un vaso medidor y pesar la harina.





Vamos con la receta!

Con estas cantidades me han salido 28 tortas.

Necesitamos:

125 ml. de aceite de girasol
1 cucharada de anís en grano
450 gr. de harina
125 ml. de vino blanco
75 ml. de anís seco
1 cucharada de margarina a temperatura ambiente
Aceite de girasol para freír
Azúcar para rebozar

Y así las preparamos paso a paso...


Calentamos los 125 ml. de aceite en una sartén.


Apagamos el fuego y añadimos el anís en grano. Dejamos templar.


En un bol grande vertemos la harina, hacemos un hoyo en el centro y añadimos el aceite ya templado sin colar, el vino y el anís seco.


Empezamos a mezclar con una cuchara y después amasamos hasta que tengamos una masa elástica y que no se nos pegue a las manos. Yo, como en estos momentos tengo la muñeca lesionada, lo he puesto todo en la amasadora y en un minuto tenía la masa lista. Pero creedme que es una masa muy fácil de sacar con las manos.



Estiramos la masa con un rodillo y la pincelamos un poco con la margarina.


Doblamos la masa y volvemos a estirar.


Volvemos a pincelar con margarina y volvemos a doblar y estirar. Repetimos este paso hasta que se nos termine la cucharada de margarina. Deberán ser unas 6 o 7 veces.



Hacemos bolitas con la masa del tamaño de albóndigas y las colocamos sobre un papel de hornear para que no se nos queden pegadas.


Para aplastarlas de manera uniforme vamos a hacer lo siguiente: colocamos un bola en otro papel de hornear.


Ponemos encima de la bolita un trozo del mismo papel y presionamos un poco con la mano.


Ahora con la ayuda de un plato la terminamos de aplastar hasta dejarla muy finita.


Freimos en abundante aceite caliente pero no humeante y veremos que al momento empiezan a inflarse. La cosa pinta bien...


Damos la vuelta con cuidado y dejamos que se doren por ambos lados antes de sacarlas.


Las sacamos con mucho cuidado, ya que al estar huecas es fácil que se rompan y las ponemos  a enfriar en una bandeja con papel absorbente.


Dejamos templar y emborrizamos con azúcar.



Y este es el resultado! Si las guardamos en una caja de lata nos aguantan un montón de días, aunque en casa caen todas con el café de la sobremesa del almuerzo familiar del domingo. 




A que tienen buena pinta?? Pues más buenas están, así que…Manos a la obra!!!